Nombre | Añada | D.O. | Stock | Precio | |
Sangre de Toro |
2016 | D.O. Catalunya |
5,06 € |
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Viña Esmeralda |
2017 | D.O. Catalunya |
8,79 € |
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L´Equilibrista |
2008 | D.O. Catalunya |
12,10 € |
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La viña y elvino en Cataluña son tan antiguos como su propia historia. El mar Mediterráneo, cuna de culturas, es quien forjó bajo un mismo sol y un mismo viento, la vitivinicultura en Cataluña.
Traída por fenicios y griegos con su comercio a través del Mediterráneo, la viña se implantó en Cataluña en el siglo IV aC, en torno a la metrópoli griega de Emporiom. Durante la época del Imperio Romano, siglos II aC y V dC, el cultivo de la viña se consolidó en Cataluña, siendo cultivada por los propios romanos (privilegio establecido por Cicerón en el año 125 aC).
En el año 100 aC, en torno a todas las urbes romanas de Cataluña, se cultivaba la viña (Emporiae, Gerunda, Barcino, Tarraco...), con una producción bastante importante, pues el vino se exportaba tanto a la capital del Imperio Romano, Roma, como a las ciudades del norte de África y a la Galia y a Bretaña. El vino se envasaba en ánforas fabricadas en hornos próximos las viñas, como Ermedes (Cornellà de Terri), Castell (Sant Boi de Llobregat).
La caída del Imperio Romano, siglo V dC, y la invasión de los pueblos bárbaros y musulmanes posteriormente, provocó que la viña se dejara de cultivar en los siglos VI, VII y VIII dC. Cataluña, durante la primera mitad de la Edad Media, fue un terreno fronterizo entre el Reino Franco y el musulmán del Emirato de Córdoba (Marca Hispánica) y, como resultado de las continuas luchas el terreno quedó desolado e incultivable.
Durante los siglos X y XI, al afianzarse el Condado de Barcelona (Guifré I el Pelós) e independizarse del Reino Franco (Borrell II), la ciudad de Barcelona alcanzó su esplendor político y económico y su expansionismo (reinados de Ramon Berenguer III e IV, Alfons I, Pere I el Católico y Jaume I el Conquistador). En las tierras catalanas conquistadas, los monjes cistercienses construyeron importantes monasterios como los de Santes Creus (siglo XI), el de Santa Maria de Poblet (siglo XII), volviendo a cultivar la viña en sus alrededores y a elaborar vino en sus bodegas, ya que los hombres de la reconquista sabían abrazar el arte de sus catedrales (monasterios) con los frutos de la tierra (cereal, viña y olivo).
De los alrededores de los monasterios, la viña se extendió por toda la geografía meridional catalana, llegando a ser en el año 1758, la principal fuente de ingresos del campesinado catalán, y uno de los principales motores de su economía, pues los vinos, mistelas y aguardientes catalanes eran exportados a los mercados ingleses y a las colonias de ultramar, llegando a ser el primer capítulo de las exportaciones catalanas.
En las postrimerías del siglo XIX, en Cataluña estalló un movimiento artístico que todavía nos maravilla hoy: el Modernismo. Arquitectos de la talla de Gaudí (1852-1926), Cèsar Martinell (1888-1973), Domènech i Montaner (1850-1923), Domènech i Roura (1881-1962), Puig i Cadafalch (1867-1956)..., construyeron bodegas apoyadas por el espíritu innovador de la Mancomunidad Catalana (creada en el año 1913).
Hablamos de auténticas obras de arte, como las bodegas cooperativas de Pinell de Brai, Falset, Gandesa, Nulles, l'Espluga de Francolí, Rocafort de Queralt, Sarral..., que el literato Àngel Guimerà llegó a bautizar con el nombre de "Catedrales del Vino".
La cultura del vino forma parte de las costumbres de los catalanes, de su vida cotidiana y festiva, a la vez que se ha convertido en uno de los componentes que más identifica la alimentación tradicional de la zona: la valorada dieta mediterránea.
Las propiedades del vino -digestivas, antioxidantes, vasculares...-hacen que el consumo moderado sea beneficioso para la salud. El vino es fuente de alegría, de placer y, al mismo tiempo, catalizador de la comunicación.
El vino es un complemento indispensable de la cocina y también de la cultura que gira a su alrededor, un elemento determinante de la historia y de las costumbres sociales de nuestro territorio. Un producto alimentario integrado en la reconocida dieta mediterránea, capaz de generar una espiritualidad y una estética propias, en la medida en que es un producto de creación que estimula los sentidos. Un elemento, en último término, que nos identifica culturalmente y que permite sentirnos partícipes de una historia colectiva y herederos de un paisaje que es signo de identidad.
El ámbito geográfico de la DOP Cataluña tiene globalmente un clima mediterráneo, con muchas horas de sol (>2.500 h/año), con inviernos secos y templados y veranos no demasiado calurosos. La primavera y el otoño acostumbran a ser las estaciones más inestables y lluviosas. La temperatura media anual está entorno a los 14-15ºC y la pluviometría va de los 350 mm/año en las áreas más secas a los más de 600 mm/año en las zonas más húmedas.
En el prelitoral y litoral, las marinadas regulan el calentamiento solar, que es más intenso a medida que nos adentramos hacia el interior.
En la costa, el clima es más suave y templado, con temperaturas que aumentan de norte en sur, inversamente a la pluviosidad. El interior, alejado del mar, presenta un clima continental mediterráneo, con inviernos fríos y veranos muy calurosos.
El periodo activo de vegetación de la viña en nuestras condiciones tiene una duración de 245-260 días. El inicio se fija entre el 15 y el 31 de marzo, y el final entre el 15 y el 30 de noviembre.
Con respecto al índice térmico eficaz de Winkler y Amerine, la zona de producción de la DOP Cataluña presenta un valor de 1854ºC, con lo que le corresponde la asignación de región tipo III. Con respecto al producto heliotérmico de Bravas, Bernon y Levadoux, y al índice heliotérmico de Huglin, sus valores respectivos son 6,4 y 2118.
El índice bioclimático de Hidalgo presenta un valor de 11,1, que queda dentro del equilibrio óptimo, establecido por el rango 15+10.
La línea divisoria establecida por Wagner atribuye a la zona una marcada influencia mediterránea.
Todos estos indicadores ponen de manifiesto no sólo la aptitud de la zona para el cultivo de la viña y la elaboración de vinos, sino también la obtención de un producto de calidad diferenciada.
La geografía de Cataluña está condicionada por el litoral mediterráneo, con 580 kilómetros de costa y la cadena montañosa de los Pirineos en el norte. El relieve catalán presenta tres unidades morfo-estructural es generales:
-Los Pirineos: la formación montañosa que conecta la Península Ibérica con el territorio continental europeo, situados en el norte de Cataluña.
-El Sistema Mediterráneo Cataláno las Cordilleras Costeras Catalanas: una alternancia de elevaciones y llanos paralelos a la costa mediterránea.
-La Depresión Central Catalana: unidad estructural que configura el sector oriental del Valle del Ebro.
La viña se extiende principalmente a lo largo de estas dos últimas unidades, con unas altitudes que van desde el mismo nivel del mar hasta elevaciones de casi 800 m.
Los suelos de cultivo provienen principalmente de depósitos sedimentarios de datación miocena, de naturaleza calcárea y pobres en contenido de materia orgánica. Cerca de las cuencas fluviales, los suelos están constituidos por aluviones cuaternarios. La viña suele ocupar los terrenos menos fértiles, dada su rusticidad y mayor adaptabilidad a condiciones extremas con respecto a otros cultivos. Esta circunstancia, si bien reduce su potencial productivo, contribuye a conseguir una mejor calidad de los vinos.
Los limos y las arcillas dominan la textura de los suelos.